martes, 5 de julio de 2011

EL SAUCE Y EL ÁLAMO (fábula)


El sauce llorón desperezó su siesta, meciendo sus colgantes ramas y en un susurro dijo: -El sol cree que podrá conmigo... ¡Qué tonto!, nunca dejaré de cobijar con mi sombra a quien la busque.-
- ¡Mira de lo que estás pendiente!- Dijo el brillante álamo que lo escuchaba. -- Yo no pierdo el tiempo en esas cosas.-
-Y... ¿qué es lo más importante para vos, amigo álamo?
-Yo pienso que mi deber es transmitir fuerza, empuje. Mi dirección es vertical, hacia lo alto, no paro de subir.-
-Y... ¿tú crees que eso es lo mejor?, repuso el sauce. -Piensa que la calma y el sosiego se necesitan más en este mundo, ya demasiado agitado.-
- ¡Lo que pasa es que eres demasiado cómodo y desprolijo!- gritó el álamo ya enojado.
-Yo diría que pecas de soberbio y engreído; deberías saber que... -
-¡Basta!- intervino rudamente el Sol, que venía escuchando el diálogo. -- No discutan sobre algo que no tiene sentido. Ambos prestan gran utilidad a la vida, brindan su amor por el paisaje, los animales y las personas. Eso es lo verdaderamente valedero.
¡Ojalá, cada uno de los seres de la creación, defendiera con tanto orgullo su tarea, como lo hacen ustedes!-

Alfredo Vicente

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