martes, 31 de enero de 2012

EL OTOÑO

Los caminos rurales de Tunuyán muestran en sus alamedas el oro otoñal con su tinte maravilloso. Ellos se van alfombrando con  las coloridas hojas que poco a poco se van desprendiendo de las largas ramas. El otoño es allí un verdadero cuadro viviente.

Ilustración 8. El otoño

ANDINISMO

La impresionante visión de los picos que determinan el límite oeste de Tunuyán, invita a los escaladores idóneos a alcanzar sus peligrosas cumbres. Muchos de esos cerros son de difícil ascensión tales como el Campanario, el Portillo, el Palomares, el Punta Negra y otros más; los que siempre esperan a los héroes vencedores.

Ilustración 7. Andinismo

EL INVIERNO

Recorriendo la vieja entrada a Tunuyán pasando por el antiguo puente sobre el Arroyo Claro descubrimos la actual ampliación urbana hacia el norte. Todo en un ambiente gris y despojado, el invierno es crudo y notorio en Tunuyán. Los álamos y carolinos dejan traslucir todo, centralizándolo en la subida que lleva a la ruta y convertirse en la Avenida San Martín.

Ilustración 6. El invierno

EL REFUGIO

Internándonos entre los cerros por el camino que va al Portillo, encontramos el refugio  Capitán Lemos a un costado junto al cristalino  arroyo. Al fondo se descubren ya importantes alturas, como el imponente Punta Negra con su original coronación oscura, difícil de igualar entre todas las montañas.

Ilustración 5. El refugio

EL VERANO


Las calles suburbanas de Tunuyán  gozan de un tupido parasol de álamos y sauces que con su sombra invitan al caminante a recorrerlas en las ardientes épocas veraniegas. El sauce llorón despliega sus verdes cortinas, finas ramas que cuelgan como si quisieran volver al suelo.

Ilustración 4. El verano

LA PESCA

El hombre aporta su presencia en el río y arroyos en pos del milenario desafío de atrapar un pez. Con paciencia y experiencia se  busca en estos medios acuáticos de Tunuyán en la gran variedad de piezas,  que invitan a muchos aficionados a la pesca deportiva

Ilustración 3. La pesca

EL ARROYO

En este enfoque de recorrido del Paseo de Lombardía (costanera) vemos de fondo el hermoso Río Tunuyán que da límite a las Huayquerías sancarlinas, con el verde de álamos y sauces. Desde el balcón visualizamos el caprichoso trazado del río, centro de la belleza del panorama.

Ilustración 2. El arroyo.


En el llano los arroyos pueden ser calmos y espejados o rápidos y ondulantes, pero siempre activos y sizaguiantes entre sombríos sauzales.
Los arroyos en Tunuyán dibujan intrincados laberintos que desaguan en el Río después de recorrer los contornos de las fincas.

COLORES DE TUNUYÁN: EL RÍO

En la nueva edición que he llamado COLORES DE TUNUYÁN variará el temario hasta aquí tratado. El nuevo formato versará con expresiones ilustradas en pinceladas y trazos de color que interpreten otras MIL COSAS DE TUNUYÁN, las que serán acompañadas con breves y sencillos comentarios.

Ilustración 1. El río.

DESEOS PARA TUNUYÁN

Quien es nacido o residente en la Ciudad de Tunuyán no desea que ella se embellezca, se renueve y ofrezca a quien recién la conoce reciba  la mejor impresión y bienvenida.
Ello no es un imposible ya que en muchas cabezas tunuyanenses bullen ideas de ciertos  cambios que pueden promover diversas posibilidades (turísticas, comerciales, culturales) y que el departamento es capaz de ofrecer.
Teniendo en cuenta la visión del visitante y desde mi innegable origen tunuyanino me atrevo a bosquejar desde el dibujo mis utópicas ideas al respecto.



EL PÁNICO DEL ÑANDÚ

Una canción dice más o menos así “esconde la cabeza en el agujero como el avestruz”. El ñandú o avestruz americano adolece también de ese síndrome el cual supone temor, pánico,enajenación.
El porqué de esa actitud directamente negativa, no sé si tendrá origen costumbrista o psicológica. Creo que no tengo yo esa verdad, pero intentaré desde lo imaginario fantasioso hacerle un cuento basado en un monólogo de nuestro ñandú tunuyanense.
“En tiempos casi prehistóricos tuve antepasados más grandes que yo, muy poderosos y agresivos que no tenían rivales, por ello todo era presa para ellos y sus estómagos se fortificaron para recibir cualquier elemento (cosa que yo he heredado).”
“Al reducirse nuestro tamaño pasé a ser un integrante más del ecosistema del piedemonte andino en cuya escala soy consumidor pero también puedo ser consumido.”
“Pero el peor enemigo que apareció en mi territorio fue el animal humano; el hombre. Mi carne le apeteció pero lo que más apreció  fueron mis plumas. Con ellas los aborígenes adornaban partes de su cuerpo, armas y coronaban su melena, luego de teñirlas de color”.
“ A partir de allí vi situaciones muy dolorosas para mí que me llenaron de pavor, ya que en esos casos mis congéneres eran abatidos casi solo por su plumaje (por hombres blancos). La modernidad agudizó más esa demanda nuestra pluma que adornaba sombreros, aplicaciones del vedetismo y accesorios de bisutería, ornamentos artísticos y por supuesto los conocidos plumeros, agregamos complementos para pesca (moscas).  Muchos otros hermanos atemorizados como yo cuando ocurrían esos ataques nos ocultábamos entre los montes, pero nuestros largos cuellos y patas lo hacían muy difícil.”
“Y cuando ya no pudimos soportar tanto acoso, optamos por una rara estrategia que consistía en que al percibir el peligro y por no ser testigos de lo que ello suponía, rápidamente hurgábamos el suelo haciendo un agujero con nuestros fuertes picos y en él metíamos nuestra cabeza con lo que ignorábamos la realidad de afuera y así calmábamos nuestro pánico y stress. Con ello construimos una costumbre crónica pues nunca la perdimos y siempre ante esas situaciones esconderemos la cabeza en ese “protector” agujero;  de lo que nunca sabremos el ¿por qué? Y el ¿para qué? lo hacemos”.

ENERGÍA, MEDIOS, ESPECTÁCULO

La antigua  Villa de Tunuyán, pequeña aún resolvió por sí sola el aspecto energético que exigía la vida comercial, industrial y social que exigía en su momento. Así es instalada una usina, al comienzo con fuerza hidráulica (salto de agua que mueve turbinas que generan electricidad) a lo que se agregaron motores a combustible que sumaron el potencial energético que se esperaba ante los nuevos avances que se fueron dando. Estas instalaciones privadas inicialmente y luego nacionalizadas solo abarcaron el microcentro de Tunuyán no así al conurbano y menos aún las zonas rurales, que comprendían también los distritos alejados.
En estos últimos sectores las viviendas se iluminaban con lámparas a querosén y algunas tan solo con candiles.
Allí también la carencia de electricidad era suplantada por la batería (acumulador) que se adaptaron a la radio y el tocadiscos. Con referencia a la radio ella constituía el elemento fundamental en la información y gran cantidad de programas de entretenimientos, humor, novelísticos,etc. Ellos eran sintonizados de la provincia o de Buenos Aires. Las mujeres se involucraban en conocidas novelas del corazón, los niños y adolescentes tenían su horario para las aventuras de héroes con gritos que resonaban en la lejana selva y que decir de aquellos que les hacían reír en gran forma y esperaban ansiosos como los grandes personajes de Iglesias y Sandrini. Los domingos eran de la Revista Dislocada y las noches con comentarios deportivos, concursos de preguntas y respuestas, musicales y temas políticos.
El cine cumplió importante función y muchos asistentes pudieron ver los filmes del momento. En Tunuyán se vieron películas nacionales e internacionales algunas de gran calidad. El salón más importante fue el Cine Teatro Avenida ( Alós) hubieron otros que pronto cerraron por su escasa estructura y calidad. Pero el primero  estaba muy bien preparado y sirvió para muchos eventos además del cine; teatralización (allí se ponían en escena algunas novelas oídas por radio en ello son recordados Servando Juarez, Federico Fábregas, entre otros) seguimos con otros usos como presentaciones musicales y de danza, fiestas finales y de egresados de colegios. Finalmente fue demolido con la esperanza de reciclarlo, pasó el tiempo y hasta hoy la Ciudad no tiene  un cineteatro.
La expresión escrita tuvo en esos primeros tiempos regular consumo. Especialmente se compraban revistas de tirada nacional mayormente las de humor, historietas, novelísticas, del espectáculo y de información mundial ( Rico Tipo, Tibis, Patoruzú, Tía Vicenta,  ElTony, Radiolandia, Suspiros, Life, Mundo Hispánico). Los períodicos más requeridos eran los provinciales que eran solo dos (más comprados los domingueros) los de Buenos Aires más bien selectivos y los de otros países a pedido.  Respecto a los libros era menor la demanda y las librerías estaban casi dedicadas a los textos escolares, exigidos meticulosamente.
Volviendo a la extensión eléctrica ella llegó hasta el sector rural al hacerse el empalme con la central de Cápiz, que dejó caduca la vieja usina.
En resumen hablamos de esa incipiente población tunuyanina que ya mostraba el impulso de acceder a las nuevas tecnologías y a informarse, actualizarse y superarse incansablemente.

CASI TODO A DOMICILIO

Hoy en Tunuyán tenemos todo a mano para abastecernos en las necesidades del hogar (alimentación, higiene, vestimenta). Están los supermercados, comercios menores, ect. Esto no solo atiende a la ciudad y lugares poblados, sino también a las suburbanas y rurales (haciendo uso de medios de transportes sean públicos o propios).
En cambio si volvemos varias décadas atrás este asunto era diferente debido al actual adelanto generalizado. Entonces en la antigua Villa las amas de casa esperaban la llegada del panadero que en furgoncito tirado a caballo se anunciaba apretando repetidas veces la corneta del vehículo y asomándose con una canasta con pan francés, criollo, tortitas, medialunas. También aparecía el lechero que llamaba con su cántaro de latón en una mano y el jarro medidor en la otra, un litro, medio, tres cuartos. A la hora oportuna se anunciaba el sodero, vino en damajuana, granadina; casi todos con carros de caballo  (algunos camioncitos, furgoncitos). Verduleros, fruteros con carritos de mano gritando ofertas callejeras. En ciertos días de frío se oía lejano el llamado del “pescaterooo” y se corría para esperarlo en equinas determinadas. Pero los días calurosos, los niños”( también los mayores)  corrían detrás del heladero que  en su triciclo mostraba  sus tarros llenos de gustos; frutilla, limón, crema, chocolate.
En el suburbio y las zonas rurales también hay quienes tienen su atención programada con días para para el carnicero (carnes que colgando en fiambreras bien aireadas pendientes, de aleros o árboles), también el día del achurero con chinchulines, hígado, corazón y mondongo. Un triciclo también iba recorriendo las alejadas casas por caminos de tierra llevando en él la mercería casi completa, botones, cintas, elásticos, cordones, hilos, lanas, etc.
En estas zonas existían almacenes (“boliches”) donde se conseguía algo de mercadería hogareña no permanente, en los que jornaleros iban sacándola por libreta y que pagaban a  fin de quincena cuando cobraban, yerba, azúcar, cigarrillos, golosinas, vino, caña, manteca, pan (aunque el pan se prefería amasarlo en casa y hornearlo en sus propios hornos de barro,  con harina comprada en bolsas. La leche tampoco tenía distribución normal debido a que los tambos de ordeñe quedaban muy cercanos a las fincas y los habitantes rurales preferían ir por sus propios  medios a buscarla  allí mismo.
Respecto de las verduras, si bien a veces pasaba el verdulero, la mayor parte de su consumo provenía de las huertas que los mismos quinteros preparaban y cuidaban con gran sabiduría. Lo mismo ocurría con la cría de cerdos para época del carneo, que cuando éste era abundante daba un extendido período de abastecimiento importante para la economía hogareña, jamones, chorizos, lomos, morcillas, salames y carne que a veces bien conservada daba para un extendido aprovechamiento.
Creo tras lo que se ha comparado podemos hoy entender lo que ha modificado la tecnología, la que si bien significa mayores comodidades en la actualidad, no hace despreciable el valor que tuvieron los antiguos  usos  que se le dieron y que respondían a las únicas posibilidades existentes y que permitieron abastecer a Tunuyán.

¿TRIGALES EN TUNUYÁN?

En los inicios del poblamiento de Tunuyán, las primeras Estancias se fueron fraccionando en lotes más pequeños llamados fincas. Y ellas se pensó en destinarlas en las producciones más adecuadas que por tradición española, la mayoría de ellas optó por elegir el trigo.
Este cultivo funcionó muy bien en los primeros tiempos pues el riego que exigía el mismo era suficiente para todo lo cultivado (otras regiones trigueras tienen lluvias temporarias, no así en Tunuyán). Estos riegos podían ser a manto o por surqueado.
En este exitoso período no solo se lo exportó embolsado a otros lugares del actual Cuyo sino que también se implementó la molienda, o sea convertirlo en harina. Para esto último se construyó un adecuado molino junto a la primaria entrada al distrito El Totoral, cercano a la posta de Francisco Delgado (que hoy llamamos la Casa de los Villanueva).
Ese molino fue fundamental en la época pues surtía la demanda local con eficiencia, hasta que pasó lo que se temía, la acuciante exigencia de agua para otras necesidades y que dejó de ser rentable para el trigo, por lo dejó de cultivarse dando paso a la agricultura, frutales y otros que exigían menores extensiones y riegos turnados.
El molino fue demolido entonces y solo queda de él la recordatoria en una poesía del tunuyanino Bruno Coria que aquí me tomo el atrevimiento de transcribir.
VIEJO MOLINO DE TUNUYÁN (Bruno Coria)
Fuiste del pueblo sustento-cual si fueras monumento-a un costado del camino,-te alzabas viejo molino-y hoy tan solo sos recuerdo.-Con el correr de los años-perdurará tu leyenda-y todo aquél que comprenda-lo valorable que fuiste,-ha de sentirse muy triste- al recordar tu existencia.

LEYENDA DEL CLAVEL DEL AIRE

Todo fue tan imprevisto y horrendo que ella estaba paralizada. Fue una madrugada, diez o doce Huilliches (aborígenes araucanos, montañeses y ladrones) arremetieron contra su vivienda en la que vivía  hacía poco con su familia ocupando un campo de una Estancia cerca de la margen izquierda del río. Muy sanguinarios, la tomaron cautiva después de matar a los demás componentes de su familia.
Era lo normal para los maleantes llevarse mujeres blancas y jóvenes (ella lo era, además de ser española), iba en la grupa de un alocado caballo muy sujeta por uno de los ladrones que previamente le había tajeado las plantas de sus pies, para que no escapara.
A poco de huir con el botín se fueron dispersando entre los montes. El que llevaba a la cautiva intentó ser el más rápido orientándose hacia sus escondrijos en la montaña en un terreno desconocido,  llevando a su cabalgadura a una zona de vizcacheras y sucedió el hecho, el equino metió su pata en una de las cuevas rodando con su carga violentamente. Ella repuesta de la caída se arrastró lentamente pudiendo ver a su agresor inerte y también al caballo que arrastrando su pata quebrada se alejaba a duras penas. Al acercarse más al humano comprobó que no respiraba, que estaba muerto.
Largo rato estuvo allí saliendo poco a poco de su estado de shock al que la habían llevado los acontecimientos. Ya más calmada vió  que le iba a ser difícil caminar con sus pies en carne viva, cavilando en ello y otras cosas  creyó oír un lejano rugido ¡no podía ser! tal vez un puma, a poco los divisó, eran tres y ¡ella sola y desvalida! Arrastrándose como pudo llegó al chañar más cercano al que fue trepando sin importarle los dolores que sentía. Las ramas más altas le permitieron encaramarse con mayor fuerza y desde allí ver como los pumas devoraban al cadáver del aborigen, pero eso fue poco para ellos y dirigieron sus miradas a la copa del chañar.
Pronto iniciaron el ataque empezando con fuertes remezones y intentar treparlo. Arriba la niña se apretaba a las duras ramas que la sustentaban en un sinfín de sacudones y balanceos que procuraban su caída. Allí aferrada casi adherida los aguantó largo rato con desgastada firmeza, al punto que los pumas decidieron abandonar el reto y se fueron.
Ella se quedó allí apretada a su árbol, lo único que tenía y que le importaba en esos momentos, pues fuera de ello no tenía nada. Quería ser parte del chañar, sus uñas se fueron internando en él, sus brazos,  pies sangrantes y su cuerpo todo se fueron enroscando y completando una rara metamorfosis verdosa, como así su blanco rostro y clara cabellera que pasaron a ser suaves pétalos. Pequeñas raicitas penetraron la dura corteza sin herirla, pues la convertida en nueva planta no quería bajar a la tierra  deseaba quedarse en su árbol y allí quedó transformada en el que pasamos a llamar: “clavel del aire”.
Muchas plantas del piedemonte ostentan estos raros vegetales, mal llamados parásitos (pues se nutren de la humedad del aire, de ahí su nombre) ellos solo retribuyen con su belleza al soporte que encuentran en esos árboles.

COSAS DE LA TONADA

“Las tonadas son tonadas y se cantan como son” dice el conocido recitado, el cual explica el sentido tradicional que tiene esa canción en Tunuyán. Tradición que viene mucho más allá de los límites interprovinciales, (España cuenta con la “tonadilla y la “tuna” que nombramos por su relación a la serenata ).
Pero lo que da exclusividad a la tonada nuestra es el “cogollo” que es la improvisación agregada con la que se agasaja u homenajea a determinada persona o a grupo de personas.
Pero volviendo al tema de la serenata a la que se adecua mucho dado que la tonada sustenta siempre su temática al amor en su grado más ideal.  Vemos que como serenata cumplía un ritual muy notorio, se dedicaba al anochecer frente al ventanal o balcón a alguien en especial que se encontraba en ese lugar. Ella podía ser interpretada por el interesado o podía también venir acompañado y ayudado por  otros músicos y cantores.
Al término de la tonada la elegida debía hacerse presente agradecer  y ofrecer algo al responsable (y a veces a acompañantes) un licor o un dulce por ejemplo.
La intención de la tonada serenatera era otro tema, podía ser una muestra de amor, de afecto o simple amistad.
Aparte de lo que hemos ligado a la tonada, ella por si sola tiene un contenido de hondo sentimientalismo y emotividad y tiene para Tunuyán especial atractivo popular que la rodearon de innumerables seguidores. Quien escribe tuvo en su padre (de origen español) un fanático de la misma y que lo vio muchas veces emocionarse al escuchar tonadas de sus tiempos, también con las nuevas, y hoy que se siguen interpretando, respetando su estilo original. Por algo decimos con honor que Tunuyán es la Capital de la Tonada.

ARTESANÍAS Y MEDICINA NATIVAS

En Tunuyán fueron conocidos algunos personajes que desarrollaron artes que tienen orígenes centenarios, y que perduraron a través del tiempo por transmisión directa.
Ellos no aprendieron de especialistas en orfebrería, talabartería o buriladores profesionales su destreza surgió de la observación de sus mayores. Para lograr sus obras no persiguieron una explosiva producción sino  que a ellos solo les importaba que ellas les satisficieran a ellos y a sus seguidores los que no dudaron en aplaudir sus creaciones. A partir de básicos fundamentos recibidos, por delegación familiar o de conocidos, constituían  grupos con códigos secretos. Aún hoy quedan pocos de esos cultores autodidactas que siguen la tradición.
Su trabajo muy personal consistía en modelar monturas, frenos, cabestros, bozales, lazos, cubiertas trenzadas de rebenques, virolas, boleadoras, accesorios para mates, espuelas, rastras y estribos, sujeta pañuelos de cuello, anillos y otros enseres singulares.
Conocí a un criollo peón de finca que de tanto en tanto pasaba unos días en la montaña en busca de ciertos metales que él sabía detectar en la misma roca. Se traía ese material rocoso lo exponía a una alta fuente de calor que hacía separar de él la plata, el cobre o el estaño necesarios para  sus amalgamas. Las chapas de allí conseguidas eran luego amartilladas, recortadas, ensambladas o grabadas según lo programado.
Volviendo a los accesorios con cuero se usaba mucho la piel (cuero) de potro ( caballo o yegua ) ya que de él podían conseguirse tientos muy finos cortados a mano con filosos cuchillos apropiados.  Con los mismos podían lograrse trenzados muy delicados de tres, cuatro, seis o muchas más cintas entrelazadas y rematadas con vistosos botones.
Otros trabajadores relacionados a mi padre contratista en una finca de manzanos (Reina) ; aprovechaban fines de semana para recorrer el campo recolectando ciertas hierbas medicinales  (verdaderas recetas nativas) que traían para ellos, familiares y amigos; éstas podían ser carqueja, zarzaparrilla, te pampa, paico, matico, muérdago, cola de caballo y otras más. Algunas otras personas conocedoras de la acción medicinal específica de cada una lo hicieron su profesión  empaquetando lo recogido con las prescripciones adecuadas. Esta mercancía era ofrecida domiciliariamente en las zonas urbanas, suburbanas y rurales (con carritos de bicicleta).
  Estas actividades tan comunes en el Tunuyán de varios años atrás, ya prácticamente no existen pero que seguimos recordando como un sano recurso  enfrentado a la época actual super-recargada del bombardeo tecnológico.

CASTA DE LÍDERES II (leyenda)

¿Cómo llegó a llamarse Tunuyán, ese famoso Río Líder? Todo comienza en épocas antiquísimas, poblaciones originarias (Huarpes) se fueron  asentando en las cercanías del curso medio  del río. Delegados del Imperio Incaico llegaron al lugar y allí parlamentaron con los capitanejos, enseñándoles las artes de la agricultura por regadío.
Luego de este encuentro y aplicando las prácticas aprendidas, el desierto se fue convirtiendo en verdes cultivos de papa, maíz, zapallo, poroto y otras especies autóctonas. Esto aseguró la subsistencia de esos pueblos, pero nada es fácil para el progreso. Sabedores de ello ciertos grupos aborígenes cordilleranos del sur  del río (dedicados  al bandidaje ) empezaron a atacarlos robándoles los recursos que celosamente guardaban.
Cansados de tales atropellos se alzó el clamor entre estos pobladores, el que tuvo eco de uno de los hijos del cacique  del poblado. Éste llamado Tunián optó por formar un grupo de defensa basado en aprovechar el corte que suponía el río usándolo como primer obstáculo al atacante, para luego en la ribera opuesta esperar con la defensa armada. (Vale recordar que recién muchos años después el blanco construyó el Fortín donde hoy está el vecino departamento sancarlino), en la época que tratamos no había nada que frenara estos malones.
Retomando, fue tan eficiente el liderazgo de Tunián que su nombre repetido fue cambiando con el uso oral en Tunuyán, lo que ligado a su relación con el río, pasó también a representar a éste que quedó con el mismo nombre; Río Tunuyán. Lo que siguió no fue nada feliz para este pueblo y vale la pena contarlo; la región tunuyanense dominada por la Capitanía de Chile (por España) dividió la zona en grandes Estancias las que incluían como propiedad del dueño, a los incivilizados pobladores. De ellos los hombres aptos eran reclutados en la mita o encomienda que consistía en enviarlos al otro lado de la cordillera a trabajar en las minas.  Hombres que casi nunca volvían, pues allí morían dadas las inhumanas condiciones a que eran expuestos.
Destruidas así las familias Huarpes disminuyeron hasta casi la extinción de los mismos. Solo quedó el recuerdo del último gran defensor de su pueblo Huarpe, el Líder y Cacique Tunuyán, de allí el feliz enlace de esos dos elementos inseparables; el Cacique Tunuyán y su gran “amigo” el Río que compartieron el  reconocido nombre.

CASTA DE LÍDERES I (leyenda)

Después que nuestra cordillera surgiera, las aguas de deshielo que corrieron al este formaron un gran río que atravesaba el valle de Uco.
No estaba en el espíritu de ese río ( el Tunuyán )que su travesía terminara ahí ¡No! Su desafío con el inmenso territorio (Argentina)  era que su aventura lo atravesara y así cumplir su destino. ¿cuál era ese destino?... pues nada menos que unir a dos gigantes con su camino de plata; ellos eran los océanos Pacífico y Atlántico.
Cómo consiguió tal empresa está expresado en la siguiente leyenda. Su épica cruzada comienza en su origen fruto de la humedad proveniente del Pacifico que hecha nieve y glaciar lo hacen nacer y descender desde el límite guayquerías  tunuyanino hacia otros departamentos del este llegando hasta el  hermano Río Desaguadero con el que sigue al sur, el Río Salado los “ esperaba” (dicho así porque hoy permanece seco la mayor parte del año, no en esas épocas en que no existían los embalses y regadíos mendocinos) con él cruzaban La Pampa y desembocaban en el turbulento Río Colorado en la cabecera de la Patagonia.
El rumbo giraba allí al este ( o naciente)costeando el Alto Valle de Rio Negro y Viedma su capital, para entrar en suelo bonaerense volcándose en brazos del Atlántico, en la Bahía Blanca, la costa anhelada.
Así el Tunuyán cumplía con el desafío, asociado a otros hermanos ríos y uniendo en ese recorrido las tórridas tierras cordilleranas con las húmedas playas que eran su meta, la misión que retorno tras retorno solo cumplen los líderes de siempre.
Al fin de esta proeza el continente dio por ganado el desafío y coronó al campeón premiando  la gesta del Gran Lider ( el Río Tunuyán).

SON PARTIDAS NOMÁS

En tiempos pasados fue muy usada la frase “son partidas” para indicar que algo era solo una mentira o un amago falso. Esto provenía de una competencia de caballos que era la Carrera Cuadrera.
Las mismas se hacían en las fincas de la zona rural tunuyanina, en fincas que tenían largos callejones. Se organizaban ocasionalmente en días domingos o festivos y allí concurrían personas del lugar y de otras fincas aledañas, algunos llevando sus caballos con posibilidades para competir. Normalmente corrían dos contendientes por vez entre los que ya existía un desafío previo, otras carreras se preparaban allí en forma espontánea. Como no había apuestas de dinero organizarlas no necesitaba ningún permiso especial. Eso sí las apuestas podían consistir en un chanchito o un chivo asados, un asado con empanadas, etc.
Se designaban jueces y veedores que controlaban largada, llegada y recorrido de la misma que nunca tenía tramos  muy extendidos.
Las dos cabalgaduras con sus jinetes, ellos de similar peso se disponían unos cincuenta metros antes de la línea de partida, allí se iniciaban un serie de avances en los que se intentaba emparejar las cabezas de los caballos, en las veces que ello no se lograba sonaba el grito de los jueces “son partidas” que quería decir que había que probar de nuevo. Las “partidas” podían ser muchas y muchas las falsas hasta lograr la verdadera. Al darse ésta el  juez daba largada bajando un gran pañuelo o bandera ante lo cual se oía el “se vinieron” gritado por la gente que esperaba a ambos lados de la cancha o pista a recorrer.
El ganador festejaba con sus adherentes y en caso de empate se declaraba “puesta” por el juez de meta o llegada. Podía hacerse el desempate cuando los caballos estuvieran descansados o no hacerse.
Habían ( aún hoy se siguen haciendo) carreras cuadreras oficializadas en pistas preparadas para ello, predios cerrados donde se cobraba entrada y donde había una fuerte apuesta en el desafío, además se hacían apuestas ocasionales entre los concurrentes. Pero aún ahí se mantenía la tradicional mención un tanto divertida de; “son partidas nomás”.

EL MENUDO ALGARROBO (fábula)


El gran camión entró marcha atrás a un amplio baldío del  sector suburbano de Tunuyán. Allí se detuvo y dos hombres arriba y dos abajo comenzaron a descargar y apilar pesados postes de algarrobo, que trían del centro y norte del país. Todo terminaría ahí si fuera porque lo despositado quedó muy cerquita de un montón de ramas de nuestro menudo algarrobo tunuyanino, los dos grupos se conectaron en el siguiente diálogo, que iniciado por los grandes postes dice así: - A pesar de que somos parientes ¿porqué son tan chicas   l as dimensiones del árbol que representas.-
Contestaron los nuestros, -No es fácil la explicación, pues aunque procedemos del mismo pie, en esta zona debimos hacer muchas adaptaciones –
-Por ejemplo la pequeñez ¿a qué se debe?
-Especialmente a la falta de humedad, lo que no nos permite desarrollar corpulencia en cambio somos flexibles para soportar los embates del viento Zonda, que en Tunuyán azota con frecuencia.-
-Y qué me dices de las largas y filosas espinas y las retorcidas vainas azucaradas que ostentan-
- Es la forma de protegernos de algunos animales como cabras, guanacos, ovejas e insectos, que buscan en nosotros alimentos y humedad.-
-Pero en qué resultas útil si te comparamos con  nosotros –
- Bueno… no de la misma forma, mi madera no es tan comerciable (salvo para carbón), sí son importantes nuestros frutos con los que machacados forman una pasta que moldeada en gruesos discos dan lugar al “patay” un excelente alimento. También si la pasta se hace fermentar se obtiene una fuerte bebida alcohólica llamada “aloja”.-
- Nunca creímos que sus pobres arboladuras sirvieran para algo. Estábamos equivocados, no debimos despreciarlos y tratar de entender los resultados de la adaptación (naturaleza de por medio) en estos áridos suelos del piedemonte tunuyanense.-

VEGETACIÓN Y FLORES PARA TUNUYÁN

Varios distritos de Tunuyán debieron transformar lugares semidesérticos en predios arbolados y ajardinados. El agua y el hombre hicieron el milagro y otro tanto lo puso la misma naturaleza.
Esto ocurrió en la mitad oeste del departamento donde montaña y piedemonte muestran una cruda aridez, contrapuesto al sector del este donde el llano es húmedo y fértil.
De no ser así cómo explicarse que haya un distrito llamado Vista Flores al que uno se asoma y la “vista” se deleita ante un panorama realmente florido que vibra en los cerezos, perales y manzanos.
En otro el cartel dice La Primavera el que más allá de representar esa hermosa estación del año, moviliza a su gente a la alegría y el florecer de ideales e ilusiones.
Semiurbanizado el que sigue nos alegra con sus verdaderas cortinas florales que bordean  la ruta y caminos, nadie puede dudar que ha llegado a Colonia Las Rosas.
Los Sauces hace honor con su nombre al árbol más representativo de Tunuyán; el sauce llorón marco infaltable en el laboreo agrícola que lo caracteriza.
Quedan en el bloque tratado, tres distritos muy particulares porque gran parte de su territorio son parte solo de piedemonte  y cordillera. Allí  Los Árboles da cuenta del esfuerzo de sus moradores de darle una forestación que paliara los abrasadores veranos con la sombra de sus tupidos ejemplares. Los Chascayes es el menos poblado pero últimamente muy explotado por viñedos y bodegas de gran calidad. Volviendo a su nombre diremos que el chacay es un curtido árbol que aparece aisladamente en distantes bosquecillos del desierto. Nos queda el último y algo polémico distrito: El Melocotón ( que en castizo español es nuestro argentinizado durazno)  el que en su escasa parte poblada agrupa el sector militarizado de Campo Los  Andes ,  rodeado  de amplios  y variados cultivos.
Se han tratado con exclusividad solo seis de los once distritos tunuyanenses pues son los que movieron la curiosidad  por su denominación, pero lo realmente importante es que siguen dando  al Departamento una pincelada de color y dulzura envidiables.

COMO SE QUIERE A LA ARGENTINA


Marcos y Lucas esperan a sus abuelos que llegan en ómnibus desde Mendoza , los visitan regularmente a Tunuyán donde pasan el día con ellos y sus padres. Hace un rato que esperan enfrente de la parada y ahí llega…- ¡ Ya llegó, ya bajan, ya cruzan la ruta!- gritan Lucas y Marcos.
-¡ Hola abuela, hola abuelo!- dicen a dúo mientras los abrazan y besan.
-¡Oh mis hermosos, como los quiero!- les dice la abuela. El abuelo no tan expresivo pero con emoción indica…-¿Qué tal chicos?¡ qué lindo que los veo!-
Y en la misma vereda  bastante cerca  de la casa, se quedan conversando mientras la abuela les reparte algunas golosinas, ¿de qué hablan? Muy difícil precisarlo… Marcos y Lucas no tienen límites ni orden en los puntos a tratar y pronto empiezan a desplegarlos.
-¿Porqué no te gusta Tunuyán, abuela?- pregunta Lucas.
- Yo no dije que no me gustaba, es solo que el clima de Godoy Cruz me resulta mejor para mi salud, no así el de Tunuyán; donde he vivido más de cincuenta años.-
- Yo creo que te gusta más España que Argentina- dice Marcos. –Pues vas seguido o es  porque está tu hija allí.-
- Mirá, donde vive tu tía es muy lindo,  pero vamos más que nada por estar con ella, ¡la extrañamos tanto!  en Argentina es donde me siento mejor. Es mi país,  el país de uno no se lo cambia por nada.- afirma la abuela.
- ¡Ah yo creía que no era así!- dice Lucas – Pero veo que a nosotros nos quieren  mucho, pues siempre vuelven.-
- Y si decís que es el clima lo te mata de Tunuyán-  los dos comparten la investigación.  -¿Qué es lo que echás de menos, de Mendoza y provincias argentinas cuando estás fuera del país?-
- Bueno…- la abuela organiza lentamente la respuesta. – Los tengo aquí a ustedes ( mis nietos queridos), mi hijo, tu mamá, hay también amigos, familiares y muchos conocidos por haber tenido discípulos y compañeros en mi labor como maestra. También hay que agregar el paisaje, el tipo de edificación, la forma de hablar de cada provincia de las que algunas conozco, mi deseo es conocerlas a todas.-
-Vos sí que la tenés clara abuela. Siempre das explicación a todo.- remata Lucas, siempre preciso.
El abuelo, que no habla mucho pero si escucha, está entretenido en su hoby preferido, sacar fotos a sus nietos con la abuela  e internamente deduce su conclusión que le fluye concreta y sencilla; nada sustituye el ambiente donde uno construyó su vida. Las ausencias son solo accidentes que hay que sufrir. Tunuyán siempre tendrá su lugar en nuestro corazón, los alternados distanciamientos que con Él y la Argentina tengamos solo afianzan más los bellos recuerdos que de ellos tenemos.

XENOFOBIA Y DISCRIMINACIÓN


Mitad del siglo XX un barco atracaba en el puerto de Buenos Aires, un hombre esperaba a su familia. Allí una niña de ojos tristes llegaba desde el otro lado del Atlántico, pintada en su cara la añoranza de su pueblo.
Su destino final fue Tunuyán, ahí comenzó su tediosa adaptación. Su marcados modismos pronto le fijaron motes despectivos entre la vecindad. Como menor de la familia el acoso siguió en el colegio, sus compañeras…   ¡mirá como habla! ¡ hacela hablar, ja ja! Si bien le molestaba, a veces lo hacía y otras se hacía la desentendida, pero dolida por la burla que escondían esas tontas preguntas. Todo lo que se le podía descubrir a la extranjera servía para mostrar sus “equívocos” o sea lo que no coincidía con los modismos de Tunuyán. Esto siguió hasta sus estudios superiores aunque en menor escala, pues ya había adecuado su vocabulario y tonos pero  siempre  siguió la persecutoria de compañeras y profesores en referencia a su nacionalidad, a ser “distinta”.
Ya en su profesión también tuvo señales discriminatorias unida a celos y envidias por su eficiencia  envidiada a veces. No obstante hubieron leales compañeras que la aceptaron sin diferenciarla.
Desgraciadamente este caso no es exclusivo de Tunuyán no, la xenofobia y discriminación existen en casi todos los países aún hoy (a pesar de la globalización) citamos el caso de una joven de Tunuyán que hace una década se radicó en un país europeo y donde trabaja en una importante empresa, ella sufrió ( y lo sigue haciendo), cierta discriminación por determinados grupos xenófobos. Así le duele escuchar aún nombrársela como “la argentina”, “la sudaca” en franco sentido peyorativo.
En un mundo que se dice globalizado creo que lo único globalizado es esa xenofobia, nacionalismos que separan en vez de acercar fronteras.
El siglo XXI nos encuentra todavía discriminando, hiriendo creaciones de cada sociedad  que deberían ser respetadas y nunca ridiculizadas. Un dato más de la ignorancia que todavía nos invade.

LEYENDA DE LA TAGUA Y EL HURÓN


Cuenta esta leyenda que hace miles de años este arroyo que hoy veo rodeado de sauces, enredaderas, arbustos de inmensas hojas lanceadas, cortaderas y helechos; no era así.
Era un lugar grisáceo por donde apenas corrían las aguas de un pobre arroyuelo. Alguno que otro animal, también blanquecinos vagaban en un silencio sepulcral.
Pero ocurrió lo inesperado; un extraño genio verde tomó el lugar como base y viendo tal desolación dispuso unos cambios con rápidos pases mágicos. El bosque se tornó frondoso igual que el resto de la vegetación, todo rodeó un cristalino y ondulante arroyo con peces, cangrejos, ranas y algas que con sus colores completaron ese espacio  ideal.
Llegó el turno a los vetustos animales en especial una pequeña garcita lánguida y una especie de degreñada nutria a los que angustiaba verlos. Y pronto empezó el cambio, el ave mimetizada con el paisaje, exhibió un fino y largo pico, largas patas palmeadas, un pequeño cuerpo de un negro  lustroso,  menuda  cabeza de ojos vivaces y brillantes que en cortos vuelos recorrió  también nadando, los pantanos engullendo mojarritas, cangrejos e insectos. Su nombre sería “gallito de agua” pero los primeros aborígenes que la vieron la llamaron tagua y así quedó.
El otro animal, más difícil de componer el genio decidió darle un cuerpo pequeño y flexible con tupido pelaje y mediana cola, hábil en el nado y voraz en la caza de roedores, palomas, ranas y peces, y hasta de Tagua que ésta por su habilidad en el vuelo y el agua, siempre escapaba de sus fauces de filosos dientes. Sus visibles bigotes y pequeñas orejas lo hacían sensible a posibles presas. Muy agresivo recibió el nombre de Hurón y hasta los humanos le tomaron distancia temiendo a sus peligrosos mordiscos.
Así se dice que surgieron estos dos hermosos ejemplares de la comunidad del arroyo tunuyanino y que son la delicia de aficionados fotógrafos o simples amantes de la naturaleza.

VISIONES DEL PIRCA

El Cerro Las Pircas (normalmente llamado El Pirca) es un pico de los Andes Centrales con características muy especiales. Esto último corre a cuenta de mi apreciación personal y que persiste en mi memoria y lo cual paso a contar. Muchos años atrás teniendo yo solo ocho años de edad, recorría a pie dos kilómetros desde mi casa (en una finca de manzanos) hasta la escuela. Siempre al volver de ella y estando la montaña despejada  este cerro se enmarcaba justo en la línea de la ruta que bordeada de altas alamedas él se presentaba allí majestuoso a mi gusto estético y era lo único yo  visualizaba en ese particular marco. Su figura, casi un cono o triángulo  perfecto significaba para mí la cúspide muy bien terminada de una obra de arte.
Años después mi tránsito lo llevaba a cabo en mi bicicleta pero siempre, como de ojeada siempre percibía la querida imagen de mi Pirca. Al poco tiempo mi esperada visión tuvo un sensible quiebre, cortaron las alamedas que daban simetría al protagonista central de la obra. Mi pubertad hicieron dejar de lado esa circunstancia, pero siempre recordé  aquellas visiones iniciales que tanto me ilusionaron.
En ocasiones posteriores de visita al predio del Manzano Histórico, tuve oportunidad de visualizar el Cerro con mayor cercanía  la visión del Cerro resultó distinta pues desde ahí aparecieron deformidades en algunas de sus laderas, pero eso no apagó mi fervor por esa formación que sigue acaparando mi admiración.
Mis visiones infantiles, adolescentes y maduras, siguen presentes en mis años ya mayores; Las Pircas son parte de las bellezas de mi montaña tunuyanense.
                                                                             Alfredo Vicente

ANECDOTARIO SÍSMICO


Tunuyán por tener un subsuelo muy especial, no ha tenido en lo que se conoce verdaderas tragedias sísmicas. No obstante siempre percibe en forma de temblores los terremotos con epicentros en zonas cercanas.
Por algo los primitivos habitantes del valle lo llamaron “tierra que se mueve”. Es que su suelo está formado por sedimentos aluvionales que  bajaron de la cordillera, esto creó un elemento poroso irrigado por abundante agua subterránea. Algunos de esos ramales cruzan partes de la ciudad produciendo hundimientos leves, pero que deterioran calles y edificios. Se llama popularmente a estos sectores, lugar de volcanes porque por esas partes pasan corrientes de aguas subterráneas.
De los temblores que se han sufrido (algunos de fuerte intensidad) quedaron elocuentes declaraciones que hoy se rescatan de esos sobresaltados pobladores, sus apreciaciones son dignas de ser contadas y es lo que se tratará de describir seguidamente:
 En una finca de manzanos cenaba la familia del contratista formada por el matrimonio y dos hijos (5 y 2 años). Casa humilde rodeada de sauces. De pronto el sismo - ¡ Tiembla ¡- alertaron los padres saliendo rápido al patio, la madre con el menor en brazos y el otro niño tomado de la mano del  padre. El remezón iba en aumento, el niño ya aferrado a la pierna de su padre no entendía nada pero alcanzaba a ver a la luz de la luna como el agua de la acequia quería salirse de ella y como los sauces sacudían sus ramas como si fueran plumeros. Lentamente el suceso se fue apaciguando. -¡ Parece que ya pasa, pero esperemos un rato más por si hay réplicas!-  sentenció el padre. Pero el tiempo dio paso a la calma y volvieron adentro tranquilizados.
Otro caso se cuenta en un barrio semicéntrico de Tunuyán. Es muy temprano de pronto el fuerte temblor despierta a la familia con dos hijos, dejan los lechos, llevan al niño y a la niña (de meses)en brazos, encaran adormilados la puerta trasera de la casa, la que abren desesperados pues el traqueteo es impresionante. Al frente un extenso patio que se ondula como un sueño loco. El alto pino chicotea su parte alta como un látigo y las medianeras de ladrillo parecen estrecharse. Agrupados resisten el fenómeno, el que se acentúa a tramos hasta que por fin todo se aquieta. El matrimonio vuelve a entrar mientras comentan casi en forma de chanza:     ¡ Fijate donde hemos estado parados durante el temblor, sobre la tapa del pozo séptico!
Otra situación fue en un camping del Manzano Histórico. Es medianoche, en sus bolsacamas duermen un hombre joven, su hijo de doce años y dos compañeros de este último. De pronto un sordo rumor subterráneo tan vibrante se siente y  los despierta,  luego un gran remezón. Salen con rapidez encontrándose con otros acampantes que intercambian sensaciones, mientras siguen las movidas ya más suaves mientras desde los cerros lindantes hay ruidos  de desprendimientos  de rocas que completan  el suceso. Por suerte ya pasó, pero el hombre se inquieta  en silencio ¿ qué puede haber pasado en su casa de la ciudad de Tunuyán donde está el resto de la familia?.
Otro caso:  pleno verano, atardecer de un fin de semana en un barrio de en un barrio de Tunuyán. En la casa los esposos ven televisión, sus dos hijos están en casa de la abuela materna (a pocas cuadras). Entonces el movimiento telúrico característico ¡temblor!, pero muy raro, horizontal en un suave pero acentuado balanceo que empieza a crispar los nervios de los vecinos que van poblando las veredas con comentarios intranquilos. Los dos contemplan como se mueven los árboles, pues el balanceo es persistente, los vehículos se adelantan y retroceden sólos. La mujer comienza a llorar pues el bamboleo del asfalto le produce un vértigo insoportable, él la lleva  para que se siente en el cordón y allí la consuela y tranquiliza. Pero ella piensa en los hijos y mientras se dirigen lentamente a la casa donde ellos están, el temblor sigue. Una vez allí junto a ellos escuchan por los noticieros que todo es causado por un maremoto en el Pacífico chileno  y que ha causado daños en Santiago. Toda la noche siguieron las réplicas en el mismo tono, muchos durmieron en los patios hasta hubo carpas en los mismos.
Estos temblores que ya resultan comunes para el tunuyanino, no dejan de mantener el innegable respeto  ellos les  exigen.

EL CHIMANGO Y LA TORCAZA (fábula)


Atendemos el caso de dos aves muy conocidas en Tunuyán, las que a pesar de no relacionarse mucho entre sí, pues sus propósitos no son coincidentes; un día comunicadas desde un árbol a otro mantuvieron esta rara conversación:
_  ¿ Por qué yo recibo tantas críticas?_  dijo el chimango _ En cambio vos sos tan  reconocida por tu bonanza_
_ Será porque vos pertenecés al grupo de los rapaces, que tienen muy mala fama_
_ Pero yo soy sólo un rapaz de los más pequeños y casi doméstico_
_No obstante tus presas suelen ser grandecitas, como cuises, pericotes, lagartijas y otros animalitos que atrapas con crueldad_
_ No te creas por eso un “angelito”, mariposas, libélulas, abejas, escarabajos, mantis; son algunas de tus víctimas ¡y cómo hacés eso, querida!_
_ Bueno, pero aparte de tus presas normales, muchas veces ustedes nos han atacado a nosotras, las que a veces hemos caído bajo sus garras, otras veces hemos conseguido escapar  gracias a nuestra forma de volar que es más ágil que la de ustedes_
_Si, eso es así pero cuando logran burlarnos y se colocan encima de nuestro; pueden maltratarnos con dolorosos picotazos que nos hieren_
_¡ No te defiendas con esas cositas y acepta lo malvados que son ustedes, los chimangos!_
La discusión había tomado tanto calor que fue tenida en cuenta por el jote (buitre) que planeaba cerca  en esos momentos, e intervino diciendo:
_ No divaguen en ese tipo de cosas, creo que deberíamos considerar  que pertenecemos al mismo  ecosistema, y en él cada uno tenemos que cumplir determinada función. Esto no indica que unos seamos los malos y otros los buenos; sino que es parte del necesario equilibrio entre las especies de nuestra comunidad  para que ninguna de ellas corra el riesgo de extinguirse_
Muy callados se quedaron los dos ante la sabia explicación del viejo carroñero, que como siempre ocurre, puso el toque justo que solo otorga la experiencia.

¿PORQUÉ ESCUPEN LOS GUANACOS?


Es lógico que cuando estamos cerca de un guanaco pensamos  que podemos ser escupidos y ello nos lleva a  duda… ¿por qué harán eso?
Hablando con gente que habitan en los pintorescos “puestos” del piedemonte de Tunuyán  (los puesteros) ellos nos orientan hacia  posibles conclusiones.
Ellos basados en la tradición ancestral lo explican así. Hablan de pastos o hierbas (pues los guanacos son herbívoros) , y reconocen las hierbas buenas y las hierbas malas, indicando que las buenas son las apropiadas para sus cabras y ovejas y las malas las que no lo son, causándoles graves daños digestivos y hasta mortales.
Esto es válido para el guanaco que también tiene acceso a los dos tipos de hierbas, pero tiene una desventaja respecto de las cabras y ovejas. Éstas gozan de un especial olfato que las hace alejarse inmediatamente de las malas, comiendo sólo aquellas que les conviene.
Las posibilidades del guanaco quedan anuladas al no poder reconocerlas por esa  vía, pues su olfato no es tan desarrollado o porque el olor que despiden no le causan el rechazo inmediato a la hierba mala. Él debe probarlas y ante el primer mordisco, sus sensores gustativos actúan tan violentamente que su “escupida” es instantánea.
Y aquí viene el mito que dice que el guanaco al estar ante “algo” que le hace recordar a ese sabor  tan repulsivo, él escupe como respuesta.
Cuando esa situación nos toca como protagonistas, su acción nos obliga a limpiarnos cara o partes de la ropa y demostrar disgusto por ese acto. Pero el mito va más allá y nos hace suponer que la especie en sí ha incorporado genéticamente ese hábito que ya es parte de una rutina natural.
Así hoy diríamos que el guanaco que no escupe es casi una deshonra dentro de la familia “guanaquil”.
Ante lo dicho estemos atentos y tomemos prudente distancia, ante el encuentro con este típico y querido  habitante de nuestro  piedemonte.

EL RELINCHO (leyenda)


           Si bien el término nos lleva a la confusión (en referencia al sonido producido por el caballo), los tunuyaninos bien sabemos que es un protagonismo esencial del guanaco como vigilante avisador de su manada.
¿ Y cómo llegamos a ese nombre? Como respuesta a tal pregunta solo apelamos a una posible leyenda que aquí se expresa:
Una pequeña manada de guanacos patagónicos que habían extraviado sus recorridos, llegaron a nuestra región y se mezclaron con una manada de nuestros guanacos. Los recién llegados se enteraron de los contínuos ataques que aquí se sufrían de pumas, perros cimarrones y también humanos. Los visitantes dijeron que esto también había ocurrido en sus tierras patagónicas y que justamente tenía que ver con los humanos.
Contaron que sus antepasados, también tuvieron ese problema, y empezaron a ser espectadores de los ataques que sufrían los fortines causados por los malones aborígenes. Y que allí habían ideado una estructura elevada hecha con largos maderos, llamada mangrullo (o atalaya)  que al elevar la visión de quien vigilaba arriba, prevenía a la guarnición con repetidos gritos, preparando la defensa antes de la llegada de los invasores.
A partir de ese dato el guanaco jefe dispuso que había que tomar una medida similar atendiendo a estos interesantes comentarios y que podían servir para la protección necesaria.
Meditando las posibilidades llevó a la manada a una zona de buenos pastos pero teniendo en cuenta que hubiera una serranía cercana.  En esa altura se dispuso un guanaco vigía que cuando divisaba algún peligro lanzaba fuertes relinchos (imaginando los gritos del hombre en el mangrullo), la manada entonces guiada por su jefe corría en conjunto en sentido contrario hacia donde miraba el avisador y así se ponían a cubierto.
          Este ritual quedó incorporado para siempre en nuestros guanacos y cada vez que las posibilidades propias del terreno lo permiten, lo cumplen a la perfección.
          Y es por este motivo que cuando recorriendo el piedemonte tunuyanino, avistamos una manada de guanacos normalmente percibimos la  silueta de uno de ellos en una altura, y es cuando decimos con naturalidad:  ¡ahí está  “ el relincho”!

TUNUYÁN, DOCENCIA Y CULTURA


Tunuyán tiene multiples  anécdotas de muchos docentes que dieron muestras  de su sacrificio, su perseverancia y su pasión en una profesión que nunca fue bien reconocida.
En 1958 recién egresaron los primeros maestros en Tunuyán. Antes, al magisterio solo se accedía en otros lugares de la provincia (generalmente en la ciudad de Mendoza ), a lo que podían solo muy pocas familias.
Entonces muchos docentes viajaban diaria o semanalmente desde esos lugares hasta aquí, también algunos se radicaban temporalmente o en forma definitiva en la Villa para dar clases en lugares de Tunuyán.
Respecto a aquellos que ya estudiaron en el Departamento, lo hacían inicialmente en entidades que estaban adscriptas a Escuelas o Colegios Normales Oficializados. Así se cursaban las materias en los Institutos locales pero su aprobación dependía de la Entidad Oficializada, de la que dependían.
Originalmente los profesores (muchos de ellos solo maestros o profesionales, eran autorizados a dictar materias) los que hicieron su tarea docente inicialmente  adhonoren. Ya al ser oficializados debieron regularizar su situación formando  parte del plantel docente y así cobrar la remuneración correspondiente.
Ya en este punto la producción docente creció mucho y la competencia se hizo casi interna, por ubicarse en las escuelas elegidas. Además, los-as  maestros-as de Tunuyán salieron a los departamentos vecinos en busca de cargos, suplencias o reemplazos en diversas  zonas.
Ello exigió a muchos-as de ellos-as a trasladarse diariamente algunos kilómetros en ómnibus (que a veces debían completarse caminando) o en otros casos en moto o en sus propios vehículos.
Si a esto agregamos las ocasiones en que debían soportar la inclemencia de heladas, nevadas, ventarrones, barrizales o anegamientos de caminos; hemos de considerar que ello era un duro desafío.
Se daba el caso de maestras que semanalmente se albergaban en locales adosados a la escuela en partes muy alejadas, y de maestros que conseguían contratos anuales dictando clases en cuarteles, a los soldados
Muchos de esos educadores solo desarrollaron su actividad específica, pero  hubieron otros que excediendo ese límite, ampliaron su acción en múltiples expresiones de las que fueron protagonistas.
Así se los vio participar en centros de estudios históricos, bibliotecas populares, asociaciones culturales, institutos de especialidades, eventos de competencias intercolegiales, exposiciones pictóricas y ateneos literarios.
Ello permitió a Tunuyán períodos florecientes en lo cultural en  los que surgieron exponentes de cierto renombre que llevaron sus expresiones más allá de los  límites departamentales.
No hemos de nombrarlos aquí, tampoco sus obras el anonimato los hace más luminosos y estarán siempre presentes en la memoria de quienes los conocieron. En ese recuerdo persiste la añoranza de esos tiempos que marcaron itos en las vivencias de un Tunuyán vivo y creador.