martes, 31 de enero de 2012

XENOFOBIA Y DISCRIMINACIÓN


Mitad del siglo XX un barco atracaba en el puerto de Buenos Aires, un hombre esperaba a su familia. Allí una niña de ojos tristes llegaba desde el otro lado del Atlántico, pintada en su cara la añoranza de su pueblo.
Su destino final fue Tunuyán, ahí comenzó su tediosa adaptación. Su marcados modismos pronto le fijaron motes despectivos entre la vecindad. Como menor de la familia el acoso siguió en el colegio, sus compañeras…   ¡mirá como habla! ¡ hacela hablar, ja ja! Si bien le molestaba, a veces lo hacía y otras se hacía la desentendida, pero dolida por la burla que escondían esas tontas preguntas. Todo lo que se le podía descubrir a la extranjera servía para mostrar sus “equívocos” o sea lo que no coincidía con los modismos de Tunuyán. Esto siguió hasta sus estudios superiores aunque en menor escala, pues ya había adecuado su vocabulario y tonos pero  siempre  siguió la persecutoria de compañeras y profesores en referencia a su nacionalidad, a ser “distinta”.
Ya en su profesión también tuvo señales discriminatorias unida a celos y envidias por su eficiencia  envidiada a veces. No obstante hubieron leales compañeras que la aceptaron sin diferenciarla.
Desgraciadamente este caso no es exclusivo de Tunuyán no, la xenofobia y discriminación existen en casi todos los países aún hoy (a pesar de la globalización) citamos el caso de una joven de Tunuyán que hace una década se radicó en un país europeo y donde trabaja en una importante empresa, ella sufrió ( y lo sigue haciendo), cierta discriminación por determinados grupos xenófobos. Así le duele escuchar aún nombrársela como “la argentina”, “la sudaca” en franco sentido peyorativo.
En un mundo que se dice globalizado creo que lo único globalizado es esa xenofobia, nacionalismos que separan en vez de acercar fronteras.
El siglo XXI nos encuentra todavía discriminando, hiriendo creaciones de cada sociedad  que deberían ser respetadas y nunca ridiculizadas. Un dato más de la ignorancia que todavía nos invade.

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