martes, 31 de enero de 2012

ANECDOTARIO SÍSMICO


Tunuyán por tener un subsuelo muy especial, no ha tenido en lo que se conoce verdaderas tragedias sísmicas. No obstante siempre percibe en forma de temblores los terremotos con epicentros en zonas cercanas.
Por algo los primitivos habitantes del valle lo llamaron “tierra que se mueve”. Es que su suelo está formado por sedimentos aluvionales que  bajaron de la cordillera, esto creó un elemento poroso irrigado por abundante agua subterránea. Algunos de esos ramales cruzan partes de la ciudad produciendo hundimientos leves, pero que deterioran calles y edificios. Se llama popularmente a estos sectores, lugar de volcanes porque por esas partes pasan corrientes de aguas subterráneas.
De los temblores que se han sufrido (algunos de fuerte intensidad) quedaron elocuentes declaraciones que hoy se rescatan de esos sobresaltados pobladores, sus apreciaciones son dignas de ser contadas y es lo que se tratará de describir seguidamente:
 En una finca de manzanos cenaba la familia del contratista formada por el matrimonio y dos hijos (5 y 2 años). Casa humilde rodeada de sauces. De pronto el sismo - ¡ Tiembla ¡- alertaron los padres saliendo rápido al patio, la madre con el menor en brazos y el otro niño tomado de la mano del  padre. El remezón iba en aumento, el niño ya aferrado a la pierna de su padre no entendía nada pero alcanzaba a ver a la luz de la luna como el agua de la acequia quería salirse de ella y como los sauces sacudían sus ramas como si fueran plumeros. Lentamente el suceso se fue apaciguando. -¡ Parece que ya pasa, pero esperemos un rato más por si hay réplicas!-  sentenció el padre. Pero el tiempo dio paso a la calma y volvieron adentro tranquilizados.
Otro caso se cuenta en un barrio semicéntrico de Tunuyán. Es muy temprano de pronto el fuerte temblor despierta a la familia con dos hijos, dejan los lechos, llevan al niño y a la niña (de meses)en brazos, encaran adormilados la puerta trasera de la casa, la que abren desesperados pues el traqueteo es impresionante. Al frente un extenso patio que se ondula como un sueño loco. El alto pino chicotea su parte alta como un látigo y las medianeras de ladrillo parecen estrecharse. Agrupados resisten el fenómeno, el que se acentúa a tramos hasta que por fin todo se aquieta. El matrimonio vuelve a entrar mientras comentan casi en forma de chanza:     ¡ Fijate donde hemos estado parados durante el temblor, sobre la tapa del pozo séptico!
Otra situación fue en un camping del Manzano Histórico. Es medianoche, en sus bolsacamas duermen un hombre joven, su hijo de doce años y dos compañeros de este último. De pronto un sordo rumor subterráneo tan vibrante se siente y  los despierta,  luego un gran remezón. Salen con rapidez encontrándose con otros acampantes que intercambian sensaciones, mientras siguen las movidas ya más suaves mientras desde los cerros lindantes hay ruidos  de desprendimientos  de rocas que completan  el suceso. Por suerte ya pasó, pero el hombre se inquieta  en silencio ¿ qué puede haber pasado en su casa de la ciudad de Tunuyán donde está el resto de la familia?.
Otro caso:  pleno verano, atardecer de un fin de semana en un barrio de en un barrio de Tunuyán. En la casa los esposos ven televisión, sus dos hijos están en casa de la abuela materna (a pocas cuadras). Entonces el movimiento telúrico característico ¡temblor!, pero muy raro, horizontal en un suave pero acentuado balanceo que empieza a crispar los nervios de los vecinos que van poblando las veredas con comentarios intranquilos. Los dos contemplan como se mueven los árboles, pues el balanceo es persistente, los vehículos se adelantan y retroceden sólos. La mujer comienza a llorar pues el bamboleo del asfalto le produce un vértigo insoportable, él la lleva  para que se siente en el cordón y allí la consuela y tranquiliza. Pero ella piensa en los hijos y mientras se dirigen lentamente a la casa donde ellos están, el temblor sigue. Una vez allí junto a ellos escuchan por los noticieros que todo es causado por un maremoto en el Pacífico chileno  y que ha causado daños en Santiago. Toda la noche siguieron las réplicas en el mismo tono, muchos durmieron en los patios hasta hubo carpas en los mismos.
Estos temblores que ya resultan comunes para el tunuyanino, no dejan de mantener el innegable respeto  ellos les  exigen.

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