martes, 31 de enero de 2012

EL MENUDO ALGARROBO (fábula)


El gran camión entró marcha atrás a un amplio baldío del  sector suburbano de Tunuyán. Allí se detuvo y dos hombres arriba y dos abajo comenzaron a descargar y apilar pesados postes de algarrobo, que trían del centro y norte del país. Todo terminaría ahí si fuera porque lo despositado quedó muy cerquita de un montón de ramas de nuestro menudo algarrobo tunuyanino, los dos grupos se conectaron en el siguiente diálogo, que iniciado por los grandes postes dice así: - A pesar de que somos parientes ¿porqué son tan chicas   l as dimensiones del árbol que representas.-
Contestaron los nuestros, -No es fácil la explicación, pues aunque procedemos del mismo pie, en esta zona debimos hacer muchas adaptaciones –
-Por ejemplo la pequeñez ¿a qué se debe?
-Especialmente a la falta de humedad, lo que no nos permite desarrollar corpulencia en cambio somos flexibles para soportar los embates del viento Zonda, que en Tunuyán azota con frecuencia.-
-Y qué me dices de las largas y filosas espinas y las retorcidas vainas azucaradas que ostentan-
- Es la forma de protegernos de algunos animales como cabras, guanacos, ovejas e insectos, que buscan en nosotros alimentos y humedad.-
-Pero en qué resultas útil si te comparamos con  nosotros –
- Bueno… no de la misma forma, mi madera no es tan comerciable (salvo para carbón), sí son importantes nuestros frutos con los que machacados forman una pasta que moldeada en gruesos discos dan lugar al “patay” un excelente alimento. También si la pasta se hace fermentar se obtiene una fuerte bebida alcohólica llamada “aloja”.-
- Nunca creímos que sus pobres arboladuras sirvieran para algo. Estábamos equivocados, no debimos despreciarlos y tratar de entender los resultados de la adaptación (naturaleza de por medio) en estos áridos suelos del piedemonte tunuyanense.-

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