Nacer y crecer en una finca rural
tiene sus privilegios en Tunuyán, lo viví y el espacio allí me sobrepasó. Hileras e hileras de manzanos
encuadradas por largas alamedas. La humilde casa de contratista en que viví estaba
muy cerca del arroyo esculpido por altas barrancas y la ruta que lo sorteaba
por un puente grande. Todo esto fue muy
grande, a mis ojos de niño; grandes sauces que superaban el barranco tras la
casa y también sauces delante de ella dando sombra al patio enmarcado por una
estrecha acequia que llegaba hasta la huerta. Cerca de ella estaba el chiquero,
siempre surtido de chanchos en engorde. Todo esto me parecía entonces lejano,
así como la casa de mis abuelos paternos y de mis tíos, ellas repartidas en
distintos lugares de la finca.
A
los siete años empecé la escuela primaria, escuela a dos kilómetros de mi
casa. Los caminé inicialmente en compañía de compañeros más grandes, vecinos
que también iban allí. Luego tuve mi bicicleta con la que el recorrido se hacía
menos aburrido. Terminé el sexto grado con buenas notas y concepto alto. De mi
paso por ella recuerdo las fiestas de fin de curso con los usuales bailes
tradicionales (cuecas, gatos , zambas, chacareras, escondidos, carnavalitos,
pericón) casi en todos ellos participaba pues tenía disposición, la que además
era estimulada por mis padres que me preparaban buenas y coloridas vestimentas.
Después
mis padres apostaron porque siguiera estudiando. Para ello tenía que viajar en
ómnibus todas las madrugadas los seis kilómetros que separaban mi casa de la
Villa. En un instituto bachillerato-normal. A los dos años con mis padres nos
mudamos a la Villa terminando mi pesado trajín de los viajes. Aprobé los cursos
y materias sin dificultad y pude graduarme de maestro normal nacional.
De esa etapa quedaron hermosos hechos estudiantiles de la época; tales como el
día del Estudiante y su clásico picnic, seguido por la Farándula y su carrusel
de temas representativos de todos los colegios, finalizando con el baile y
elección de la Reina del Estudiante.
Inscripto
en la docencia empecé dando clases en reemplazos y contratos temporarios.
Entonces conseguí interinato en la parte Secundaria Nacional, también en el nivel primario en la misma Escuela. Pasados algunos años esos interinatos pasaron a titularizarse y accedí
a ser profesor de las cátedras de Geografía, Educación Cívica y Activ. Plásticas(Dibujo).
De
mi trayectoria docente tengo presente mi
participación en actos patrios, en los que tenía cierto protagonismo al
diseñar y plasmar los frisos alusivos a efemérides; lo que yo hacía voluntariamente, haciendo
uso de mi creativa facilidad en el dibujo y la pintura.
En
el año dos mil tres llegó mi jubilación y como corolario de esa tarea diré que
entregué mucho de mi vida a esos niños y jóvenes; pero al mismo tiempo lo mucho que coseché de ellos, esto último siempre lo
agradeceré; lo mismo que el haberme dedicado a enseñar.
Alfredo Vicente
AFICIONES Y HOBIES
La juventud me alentó a coleccionar, optando por la filatelia y la numismática. Tendenciás que después de muchos años, fueron abandonadas debido a que no las llevé con orden y con la información que requerían.
Fui y sigo siendo un gran aficionado a la fotografía. En épocas del blanco y negro, tuve mi humilde cámara con que obtenía tomas familiares y también algunas paisajísticas y especiales.
Pude luego tener una pequeña filmadora, la que me permitió hermosas experiencias, obteniendo pasajes no sólo de mi departamento y provincia; sino también en viajes a España donde me vi fijar con ella cosas importantes para mí.
No dejé de lado mi cámara de fotos; la que fue cambiando (no llegando nunca a una profesional, con zoon y otros implementos), pero así hasta tener mi digital, que facilita tanto el tema de las anteriores, a carrete y revelado.
AFICIONES Y HOBIES
La juventud me alentó a coleccionar, optando por la filatelia y la numismática. Tendenciás que después de muchos años, fueron abandonadas debido a que no las llevé con orden y con la información que requerían.
Fui y sigo siendo un gran aficionado a la fotografía. En épocas del blanco y negro, tuve mi humilde cámara con que obtenía tomas familiares y también algunas paisajísticas y especiales.
Pude luego tener una pequeña filmadora, la que me permitió hermosas experiencias, obteniendo pasajes no sólo de mi departamento y provincia; sino también en viajes a España donde me vi fijar con ella cosas importantes para mí.
No dejé de lado mi cámara de fotos; la que fue cambiando (no llegando nunca a una profesional, con zoon y otros implementos), pero así hasta tener mi digital, que facilita tanto el tema de las anteriores, a carrete y revelado.
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